
¿Cómo lograr el equilibrio entre el trabajo y el cuidado y la atención a los hijos?
Actualmente las mujeres se encuentran ante una realidad que
cada vez es más común, pero que hasta hace un par de décadas era impensable:
ser madres que trabajan. Por un lado, el deseo de crecimiento profesional y de
superación personal; por el otro, la necesidad económica o de contribuir a
alcanzar una mejor posición social, son solo algunos de los múltiples motivos
que las han llevado a enfrentar esta situación. ¿Pero qué sucede cuando llegan
los hijos?
Aún en pleno siglo XXI las mujeres tienen el reto de
adentrarse al mundo laboral que pareciera no se puede combinar con la
maternidad, lo cual es una mentira.
Primero, porque una madre frustrada, con deseos de
superarse, con carencias económicas, no será la mejor para ningún hijo.
Segundo, porque una madre inmersa en la angustia de poder
cubrir las necesidades básicas de sus pequeños y sin poder darles uno que otro
lujo, no se entregará por completo a ellos cuando se encuentren juntos.
En cambio, una madre tranquila, realizada y con altas
expectativas en la vida, será aquella que provea de una mejor educación, amor y
cuidados a sus hijos, al dar lo mejor de sí dentro de sus propios límites.
Es cierto que el apego y el afecto que requiere un niño de
su mamá, así como la necesidad de ella de sentirse una madre suficiente, como
diría D.W. Winnicott, no puede medirse en la cantidad de tiempo que se pasa con
el hijo, sino en la calidad de las vivencias que tengan juntos. De tal modo,
que la mamá puede sentirse realizada en su labor afectiva y laboral, y el
pequeño sentirse contenido por la madre y por la red de apoyo que ella consiga.
Sin embargo, existe el estigma cultural que lleva a las
mujeres a luchar contra la culpa de no estar cerca de sus hijos como se les ha
enseñado, o como “debería” ser. Es normal que se sientan angustiadas con
relación a cómo compaginar el desarrollo profesional con la familia, y ni
hablar de la llegada de un nuevo integrante. Es importante saber que no están
solas y es señal de valentía pedir ayuda a familiares, amigos y acudir a
profesionales de la salud a tiempo para atender esta problemática.
Hoy en día existen muchas facilidades para dejar en buenas
manos a los hijos. Todo parte de una buena organización, pero en especial de
tener la confianza para hacerlo.
En conclusión, lograr el equilibrio entre tener un trabajo y
el cuidado y atención de los hijos es una labor ardua, pero que se logra. Es
cuestión de actuar con la atención que se requiere y saber pedir ayuda.
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