
Papás frente a la discapacidad de sus hijos
La discapacidad es la falta de una estructura o función en
el ser humano, la cual puede ser psicológica, física o fisiológica, sensorial e
intelectual, y que afecta directamente a las actividades consideradas normales
dentro de los individuos de un mismo grupo. La discapacidad puede ser temporal
o permanente y puede darse desde el nacimiento o, posteriormente, a causa de
algún suceso imprevisto durante el desarrollo de la persona.
En el momento que se tiene conocimiento del inicio de un
embarazo, tanto la madre como el padre comienzan a imaginar a su hijo. Son
nueve largos meses que les permiten idear todo tipo de detalles: desde el sexo
del bebé, la forma en que será cuidado, hasta los colegios a los que asistirá.
Imaginan las actividades deportivas que llevará a cabo y a qué se va a dedicar,
entre muchas cosas más. Todas ellas son fantasías que, en el caso de que exista
una discapacidad congénita, llevan a los papás a cuestionarse: ¿Qué hice mal?
¿Cuál es el origen de este problema? ¿Es herencia mía? ¿Es herencia de mi
pareja? ¿Sucedió algo indebido en el embarazo?
Asimismo, en caso de que la discapacidad se deba a un
accidente o descuido, el sentimiento de culpa se vuelca hacia los progenitores,
quienes piensan que debieron estar más al pendiente de sus hijos o que debieron
hacer algo para evitarlo. Buscar culpables no curará el dolor de ver a un hijo
sufrir. La realidad es que el duelo que se vive alrededor de estos casos debe
seguir su curso y, finalmente, llegará a la propia sanación. Cuesta trabajo
admitir que un hijo sufre de algún problema, tener que darle un “trato
especial” cuando uno quisiera que fuera como todos los demás, pero cuesta aún
más tomar las riendas de la situación y encontrar una solución.
Una vez que los papás son conscientes de la discapacidad del
hijo, atraviesan el proceso de duelo y aceptan la situación, pueden comenzar a
darle el apoyo que necesita y utilizar las herramientas adecuadas para sacarlo
adelante. Algunas de las acciones concretas que pueden realizar consisten en
atender sus necesidades más básicas, como son comida, aseo y vestido; darle
seguridad como algo primordial que se proporciona a partir del cobijo
emocional, y brindar apoyo en todos los niveles con el fin de que, por
ejemplo, el hijo sepa que puede contar con la paciencia de sus papás para poder
entender una operación matemática, en caso de que la discapacidad sea a nivel
neurológico, o cuando vea que las fisioterapias avanzan lentamente, pero con la
seguridad de lograr una pronta recuperación, en caso de una discapacidad
física.
A continuación, es importante que el chico sienta afecto y
tenga una vida social dentro de los estándares normales: que asista a la
escuela, conviva con su grupo de pares, se apoye en sus compañeros, amigos y
hermanos. Que sea reconocido por sus éxitos, se le dé respaldo y pueda sentir
el respeto de los demás, le llevará a tener la confianza básica en sí mismo
para poder seguir adelante, sin ningún impedimento. Finalmente, hay que
permitir que se exprese (en la forma en la que le sea posible), con el objetivo
de que sea él mismo quien dé solución a sus problemas y pueda enfrentarse a la
vida por sí solo.
Si bien cualquier persona con la discapacidad que sea sufre
porque no se encuentra en las mismas condiciones que otros de su grupo de
pares, también lo padres atraviesan momentos de mucho dolor, aunque socialmente
pareciera que no les “está permitido”, ya que son ellos quienes deben dar
respuesta en todo momento a las necesidades de sus hijos. Sin embargo, los
padres también sufren al ver a sus hijos en esta situación, lo cual genera
dolor; existe el deseo de poder cambiarlo y la impotencia de no lograrlo. Llegar
a aceptar que un hijo sufre así es un proceso difícil y complicado, pero una
forma de lograrlo es por medio de la terapia que permite tener un espacio para
poder hablar de todo: frustraciones, enojo, dolor, alegrías y logros, por
mencionar solo algunos temas, y poder desahogarse con el objeto encontrar las
herramientas para dar el apoyo que realmente necesita un hijo con discapacidad.
Es síntoma de fortaleza pedir ayuda.
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